Hay dobleces en la memoria. Allí en esas arrugas hay multitudes,
pequeños incidentes. Tienen textura, tienen lo corrugado de las huellas, las
carreteras aparecidas en las manos. Sus
pliegues están ahí en un sueño. Se agrupan bajo un mismo techo. Serenas, sus
gentes aplauden la cercanía, les gusta ser sedimento de la voz y de los ojos.
Recordar deja una pequeña marca.
Pobre de aquellos que no se cortan con nada cuando cierran sus
ojos.
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