Collage por Lautréamont, de José Kozer
Madame permanece entera pese a las cúspides de luz en
la claraboya del quirófano.
Madame es Reina del papel, en su papel, sobre la mesa
de operaciones.
Madame sintetiza el escarabajo, desnuda bajo el ligero
salto de cama, un desliz, un hilillo de savia brota
de sus partes pudendas, duerme Madame (um-
bría) bajo el primer anillo concéntrico de la
ceiba.
Madame ¿la impenetrable? Su olor a palisandro invade las
manos del médico cirujano, tres enfermeras
invertebradas tejen muertas de envidia la efigie
de Madame.
Escapó. Y asciende deletreando juegos ingobernables de
palabras, ubre, oleaginoso, sahumerio; y
retrechera entra Madame en Dios esgrimiendo la
más bella palabra del idioma, solfatara.
Brinda (¿gusta?). Se sienta. Tres veces hila y cose en
su invisible máquina (la postura es ahora impe-
cable) el menudo pie adelanta, incorruptible es
la mano que ase la sombrilla de tafetán color
vino al alzar la vista oír el ruido abrirse de las
ocho varillas de bambú.
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